lunes, 31 de agosto de 2015

Los vinos de Canarias: vinos para soñar


Vinos de Canarias: islas, paisaje, tierra, viñedo, historia, hombres y mujeres, sentimientos y progreso. Sin lugar a dudas ésta podría ser una síntesis descriptiva de la realidad vitivinícola del Archipiélago Canario. Una realidad que se vertebra en cada comarca y en cada isla a través de la voluntad y unidad en el esfuerzo de todos y cuantos componen este subsector que nace en el viñedo y termina en la copa de vino.

Desde la certeza que ningún canario puede concebir el actual paisaje de sus islas sin sus viñedos y sus vinos, y que el mismo ha sido construido con el esfuerzo del hombre a lo largo de la historia, es ahora responsabilidad de todos promover su protección y desarrollo ante su fragilidad y amenazas. Sin duda en los últimos años las inquietudes y esfuerzos de viticultores y bodegueros, de forma individual u organizada, más arropados por las instituciones públicas, han permitido un impulso y desarrollo impensable veinte años atrás.

Cultivos con modernos sistemas de conducción y mecanización alivian ahora el esfuerzo y mejoran las rentas de los hombres y mujeres del campo; bodegas con tecnología punta en sus elaboraciones y un sector cada vez mejor formado y más organizado están permitiendo que los vinos de Canarias recuperen la calidad y el lugar que nunca perdieron en su historia más gloriosa. Una calidad, que siendo reconocida mundialmente en concursos y certámenes, necesita constantemente de herramientas que faciliten su mayor divulgación y mejor conocimiento entre los consumidores, y qué mejor herramienta para ello que las Denominaciones de Origen Protegidas, figuras de calidad diferenciada que otorgan a nuestros vinos la protección de una normativa europea que garantiza el cumplimiento de unos requisitos superiores a los exigidos para el resto de productos vínicos.

De sobra es conocido que el consumo del vino está aumentando, gracias en parte al cambio generacional y al mayor comercio del mismo a nivel mundial. En las nuevas generaciones el consumo del vino se asocia a un concepto de ocio sano, cultural y que implica viajar por el mundo a través del descubrimiento de lo que detrás de una copa de vino hay. Se tiende, por ello, cada vez más a desligar el vino de las otras bebidas alcohólicas, por los valores culturales añadidos antes relatados.

Pedro Ballesteros Torres, único Master of Wine español (título que es sin lugar a dudas el más respetado del sector, el más difícil de conseguir y que permite a quien lo ostenta acreditar que ha demostrado un conocimiento excepcional del arte y la ciencia de la viticultura y la enología, así como del negocio vinícola, complementado con un dominio importante de la cata de vinos de todo el planeta)  en un curso impartido recientemente por él en la Isla de Tenerife, defendía decididamente que “El vino solamente sirve para soñar”. Será por eso que el vino despierta las pasiones nacionales más profundas,  implica un amor desmedido a los territorios, y hace aflorar los sentimientos, despertando por ende en nuestra tierra la canariedad de quienes a él nos acercamos y lo consumimos.

Los nuevos modelos comerciales, con la gran presencia de Internet, hace que éstos hayan cambiado. Actualmente más del 30% del vino del mundo se vende en nichos de mercado bien diferenciados. Consecuencia de esto, las políticas de comercialización del vino canario deben ir claramente enfocadas a resaltar la excelencia de nuestro producto, la diversidad del mismo, la unicidad que representan siete islas distintas pero iguales en el sentimiento vitivinícola y el sueño de siglos que hay detrás de este trabajo.

Los Vinos Canarios se venden en más de un 85% de su producción en nuestro archipiélago. Debemos pues enfocar y canalizar todos nuestros esfuerzos en aquellos aspectos comerciales que nos hagan ser competitivos y diferenciados del resto de productos que invaden este mercado tan dinámico. Debemos alejarnos de intentar hacerlo en precio, donde nunca podremos ser competitivos, así como también en la variedad de las uvas, donde los mercados de volumen se caracterizan por variedades de fácil caracterización, puesto que debemos primar la perspectiva del mercado local frente al global apostando por nuestros varietales.

Sí debemos, en cambio, apostar clara y decididamente por las marcas, haciendo un esfuerzo en promoción de las mismas. También es un valor seguro y relacionado a las marcas, el de las Denominaciones de Origen, que justifican en cierta manera un sobreprecio del producto. Estas Denominaciones deben ser honestas en su concepción, solidarias y crear una noción de territorio, produciendo así mismo vinos icono en el sector que justifiquen las diferencias del mismo y los precios algo más elevados basándose en la canariedad, en unas uvas de personalidad única y en unos vinos innovadores, nuevos, únicos y diferentes.

El vino en Canarias debe tener una conciencia medio ambiental, al estar nuestra población muy concienciada socialmente en este aspecto; debe fomentar la localización geográfica de nuestros vinos como valor seguro de diferenciación; debe abrir líneas novedosas de investigación en viticultura, enología, imagen y marcas; debe hacer campañas tendentes a la promoción interna y externa; debe asegurar la estabilidad de los mercados, garantizando sistemas que permitan precios dignos de la uva para que no se tengan que vender los vinos canarios a precios indignos y debe fomentar el asociacionismo del sector, realizando campañas de promoción conjuntas y estrategias comerciales unificadas en su concepto.  

Por último, y lo más significativo e importante es que debe el Vino Canario ser una seña de identidad de nuestro pueblo y una bandera de la canariedad. Debemos los canarios sentir el orgullo de nuestros vinos, promocionándolos todos y cada uno de nosotros sin pudor ni vergüenza allá donde estemos,  siendo conscientes y estando orgullosos de la alta calidad y prestigio nacional e internacional de los mismos, demostrado por el hecho y la realidad que donde van, triunfan.


Alfonso J. López Torres