lunes, 18 de julio de 2016

Sergio, de La Perdoma



Pasando unos días de trabajo en Viena, a más de 30 grados, pudimos confirmar durante los paseos que el consumo de bebidas se escora hacia el agua y las cervezas. Los pocos vinos que se veían sobre las mesas eran blancos, se ofrecían por copas y sin referencia a marca ninguna.

A raíz del asedio turco a Viena en el siglo XVII surgieron dos innovaciones culinarias. Una son los croissants, en su forma de Media Luna, símbolo del ejército turco entonces derrotado que ahora te puedes merendar todas las mañanas; así que los croissants no son un invento francés sino austriaco. Otra el café, dejado atrás por los turcos en su huida, y que ha dado lugar a una carta sorprendentemente larga de ricas preparaciones de café en cualquier bar de la ciudad.

Con la excepción de las máquinas Nescafé instaladas en los salones de desayuno de los hoteles, también en el nuestro. Expiden unas mezclas de polvos y agua tibia bajo múltiples nombres, pero siempre carente de cualquier aroma o sabor a café. Pero dimos con una máquina media abandonada para hacer expresso a la antigua usanza en una esquina, al parecer sólo frecuentada por el propio personal del hotel. Y un día ya no pudimos más, nos acercamos y pedimos el favor de si alguien pudiera sacarnos algo de aquella máquina prometedora.

Y ahí es cuando apareció Sergio, aprendiz desde hace algo más de un mes en ese hotel, un pibito de La Perdoma en Tenerife, navegando por los mares de la globalización y sus implicaciones aparentemente obligatorias. La charla y el buen café nos dejaron una sensación ambigua, oscilando entre la sorpresa agradable y de agradecimiento por encontrarte algo familiar, pero también de empatía con estos chicos y chicas obligados a comerse el mundo a base de emigración y flexibilidad. Ojalá le vaya bien, seguro que así será, porque andar por estos mundos babélicos a esa edad te deja curtido a marchas forzadas.

Este post iba a ser de vinos, pero Sergio se cruzó en nuestro camino y se merece atención. Un saludo de Sergio a La Perdoma, y nuestro brindis por su futuro.


D.G.

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